La seguridad alimentaria consiste en la producción de los alimentos que se consumen en el país, es el nuevo reto del gobierno federal propiciado por el desplome de la globalización: con la crisis energética mundial, pandemia y la guerra en Europa, hay escases de alimentos y fertilizantes en el mundo. La premisa de que era más barato importar el maíz que producirlo ha terminado.

Este nuevo objetivo del gobierno federal deberá tener en cuanta que en México los suelos agrícolas son escasos. En México dominan, en extensión, los suelos de los grupos Leptosol, Regosol y Cambisol, en las grandes provincias fisiográficas o geoestructuras, como son la Sierra Madre Oriental, Sierra Madre Occidental, Sierra Madre del Sur, Sierra de Chiapas y la plataforma kárstica de la Península de Yucatán. Son suelos de escaso desarrollo, poco profundos, pedregosos, con afloramientos rocosos, baja fertilidad, no agrícolas, pero importantes en otros sentidos, con otros servicios ecosistémicos.

Por el contrario, los suelos con potencial agrícola son profundos y fértiles, pero con escasa superficie, me refiero a los suelos de los grupos Kastanozem, Chernozem, Phaeozem, Vertisol, Andosol, Luvisol y Acrisol. Los que cuentan con mayor superficie son los Vertisols y Andosols en el centro del país.

Para lograr la seguridad alimentaria se requiere elaborar una estrategia que incluya las siguientes tareas:

Elaborar una nueva y urgente política de protección de los suelos agrícolas

Sellado de los suelos agrícolas

Con la globalización rampante, la seguridad alimentaria, hídrica y edáfica se descuidaron. La degradación de los suelos se expandió de diversas formas, los mejores suelos agrícolas aledaños a las ciudades se sellaron al convertirse en ciudades, por las malas prácticas agrícolas la erosión del suelo es y sigue siendo un gran problema, el uso excesivo de agua de riego ha propiciado la salinización de los suelos del norte y centro del país, los suelos de las zonas periurbanas y rurales cercanas a las ciudades tienen algún grado de contaminación, la mala selección de los sitios y suelos para el cultivo de especies de alto rendimiento como el aguacate ha ocasionado la pérdida de la biodiversidad, pérdida de la fertilidad y la erosión de los suelos.

La degradación de los suelos debe pararse ya, deberá ser una estrategia de corto plazo si se quiere lograr el objetivo de la seguridad alimentaria que el país requiere. El sellamiento de los suelos agrícolas, a mi parecer, es algo que debe detenerse ya desde el poder legislativo, mediante una nueva ley que proteja los mejores suelos agrícolas del país, donde además de prohibirse en convertirlos en ciudades, el gobierno deberá dar un incentivo en su conservación considerando los servicios ecosistémicos de dichos suelos agrícolas, como son: recarga del acuífero, fijación de carbono, conservación de la atmosfera (disminución de polvo), conservación de flora y fauna, entre otros.

Una política para el uso racional del agua tanto de zonas agrícolas, pecuarias e industriales. Se debe evitar el saqueo de los acuíferos del país.

El manejo sustentable de los suelos agrícolas

Actualmente, en varias universidades, centros e institutos de investigación los agrónomos, biólogos e ingenieros forestales no tienen conocimientos básicos de suelos y agua, y ni hablar de la conciencia social en el uso del territorio. Muchos profesionistas no logran entender el nombre técnico ni tradicional, ni el funcionamiento de los suelos en sus tres dimensiones. En este sentido se propone que se revisen y corrijan los planes de estudio de las universidades, colegios, y centros e instituto de investigación.

El país requiere una producción de alimentos con tecnología y sabiduría local de tipo agroecológica. Una verdadera agronomía con base en la ciencia y en la sabiduría, con uso racional de abonos, enmiendas, fertilizantes, plaguicidas de tipo orgánico, maquinaria ligera y específica para los suelos de cada región.

Se propone que se incentive la creación de empresas académicas de base tecnológica regionales al interior de las universidades, para la creación de sistemas biológicos de control de plagas, así como para la creación y comercialización de abonos, enmiendas, fertilizantes y maquinaria ligera de apoyo a la agricultura local y regional. Debemos aprovechas a las nuevas generaciones y darles oportunidad de emplearse de manera organizada en PYMES.

Se requiere propiciar que las nuevas generaciones de agrónomos tengan una visión holística de la producción de alimentos, se requieren alimentos sanos; la salud ambiental considerando atmosfera, edafosfera, hidrosfera y la biota; y la salud humana.

Los nuevos mapas de suelos del país

Los mapas de suelos del país, con un enfoque geopedológico ya se están realizando, actualmente ya se cuenta con los nuevos mapas de suelos de Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Tabasco, Chiapas, Nayarit, Michoacán, entre otros. Estos mapas aún no son oficiales, pero ya se están usando en la planeación agropecuaria y forestal, así como en los ordenamientos ecológicos del territorio.

Se propone que el INEGI, que es la institución federal encargada del inventario de los suelos de país, elabore convenios de colaboración con las universidades y centros de investigación que trabajan en la cartografía de suelos del país, así, uniendo esfuerzos, recursos materiales y recursos humanos se podrán actualizar los mapas de suelos a escalas regionales y de detalle.

Los mapas de suelos y climas deberán convertirse en información científica útil para definir las zonas más aptas para realizar actividades agropecuarias y forestales. Por ejemplo, los suelos para el cultivo del aguacate donde se han tenido éxitos y grandes fracasos en el establecimiento de las huertas; donde establecer la porcicultura en Yucatán para no generar conflictos ambientales por la contaminación del aire, suelos y agua; donde proponer un uso forestal sustentable.

El objetivo sería acabar con la idea de que todo se puede hacer con tecnología, en lugar de producir los alimentos en los lugares más aptos.

La seguridad edáfica

La seguridad edáfica o “Soil security” como se dice en inglés, se refiere al reconocimiento de que los suelos son una parte integral de los desafíos de sostenibilidad a través de sus funciones ambientales.

Se reconocen cinco dimensiones de la seguridad edáfica (5C):

  1. Capacidad: se relaciona con las funciones y los servicios ecosistémicos que ofrecen los suelos.
  2. Condición: se refiere al estado actual del suelo.
  3. Capital: esta dimensión busca asignar un valor económico a los servicios ecosistémicos de los suelos.
  4. Conectividad: en esta dimensión se busca tener una comunicación directa con los usuarios del suelo y con los tomadores de decisiones para generar un manejo adecuado del suelo.
  5. Codificación: en esta dimensión se considera la legislación del gobierno y la conciencia social para proteger el suelo.

Por el bien del país, la nueva política de seguridad alimentaria que plantea el presidente Andrés Manuel López Obrador deberá estar ligada a la seguridad edáfica si se desea que sus beneficios productivos, ambientales y sociales sean de largo plazo.

Dr. Francisco Bautista

leptosol@ciga.unam.mx